La Madame
Caminaba por la calle, a oscura como siempre, eran ya las 3 de la madrugada y su hijo Lucas le decía por teléfono: Padre, no quiero dormir, sigo llorando la muerte de Marta, sigo pensando que pude haber hecho mas por ella para evitar su sufrimiento, que pude hacer menor su agonía. Estaba notablemente conmovido, él como buen padre que era, trataba de consolarlo, mientras el joven con la voz quebrada por el llanto seguía diciendo: Pude acortar su dolor, pude acortar su llanto y sin embargo no lo hice, sin embargo preferí disfrutar el verla morir lentamente tras mis constantes puñaladas, tras cortar su piel con un bisturí luego enterarme que me fue infiel con Carlos nuestro mejor amigo, preferí ver como se ahogaba con su propia sangre luego de cortar su lengua. Sigo llorando la dolorosa muerte de Marta; ¿Porque simplemente no le di un golpe fulminante en la cabeza?¿Por qué este afán de verla sufrir una muerte prolongada por mas de dos horas?. No vale la pena llorar mas, Marta ya se ha ido, Carlos se fue con ella y yo los alcanzaré a ambos en unos minutos. Padre... no quiero dormir pero siento el efecto del veneno, ya no puedo sostenerme, mi cuerpo está cada vez mas débil, mi cara está muy caliente y la garganta me arde, Padre... Padre....
La caminata por la calle, se tornó carrera a escasos metros del apartamento de Lucas, al llegar, sin perder tiempo abrió la puerta y miró todo en aparente tranquilidad, unos vasos en la mesa de la sala, junto a la puerta un par de zapatos, una camisa guindada en la silla del comedor y una ambientación musical a cargo de María Callas que invadía enteramente el espacio, tras unos segundos de observación corrió hasta el cuarto, caminó por sobre una laguna roja y en la cama yacían dos cuerpos; Carlos, aun vestido y con una puñalada en el corazón, Marta completamente desnuda y mutilada, casi irreconocible; En un sillón grande frente a la cama, estaba Lucas con los ojos blancos pero fijos en dirección de los amantes, su boca llena de espuma blanca y roja dejaban ver una leve sonrisa, como quien muere abrazado a la dicha de haber visto la muerte de su esposa y su mejor amigo.
De rodillas y con las manos en el rostro, aquel hombre desplomado llora el abominable hecho, pero su llanto lentamente se va transformando en carcajadas, carcajadas que retumban y se mezclan sádicamente con la letra de Madame Butterfly, interpretada por la cantante predilecta de su hijo Lucas.
Autor: Wilmer Romero
La caminata por la calle, se tornó carrera a escasos metros del apartamento de Lucas, al llegar, sin perder tiempo abrió la puerta y miró todo en aparente tranquilidad, unos vasos en la mesa de la sala, junto a la puerta un par de zapatos, una camisa guindada en la silla del comedor y una ambientación musical a cargo de María Callas que invadía enteramente el espacio, tras unos segundos de observación corrió hasta el cuarto, caminó por sobre una laguna roja y en la cama yacían dos cuerpos; Carlos, aun vestido y con una puñalada en el corazón, Marta completamente desnuda y mutilada, casi irreconocible; En un sillón grande frente a la cama, estaba Lucas con los ojos blancos pero fijos en dirección de los amantes, su boca llena de espuma blanca y roja dejaban ver una leve sonrisa, como quien muere abrazado a la dicha de haber visto la muerte de su esposa y su mejor amigo.
De rodillas y con las manos en el rostro, aquel hombre desplomado llora el abominable hecho, pero su llanto lentamente se va transformando en carcajadas, carcajadas que retumban y se mezclan sádicamente con la letra de Madame Butterfly, interpretada por la cantante predilecta de su hijo Lucas.
Autor: Wilmer Romero

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